jueves, 13 de junio de 2013

Perros Guía       Surfingpets

Todos conocemos la labor de los perros guía. La Fundación Once lleva entrenando a estos perros desde 1990. Preparan al año unos 100 perros que son luego adjudicados a discapacitados visuales.

Un buen perro-guía tiene que tener los instintos minimizados para realizar bien su labor y esto se consigue trabajando todas las etapas de su vida, incluso antes de su nacimiento, a través de la selección de sus progenitores.

Los progenitores son sometidos a exigentes pruebas de carácter y, por supuesto, ante el más mínimo signo de agresividad, son rechazados. Después pasan un exhaustivo examen veterinario que garantiza que el perro está libre de enfermedades que puedan ser transmisibles a sus descendientes.

Las razas que normalmente se eligen son labrador, golden retriever o pastor alemán. Con pedigree acreditativo de pureza.- Edad de dos a cuatro años.

A partir de los dos meses se les busca una familia educadora, que le adopte y sociabilice durante su primer año de vida.

Para poder participar en esta labor como familia educadora, hay que cumplir varios requisitos entre ellos tener tiempo libre ya que estos cachorros no pueden estar sólos más de dos horas diarias.

A las familias educadoras se les entregará un cachorro de aproximadamente 2 meses de edad y todo el material técnico necesario para su educación. A partir de este momento, y mientras el cachorro permanezca con ellos, se les proporciona su comida, la atención veterinaria que precise, residencia para él cuando sea necesario y apoyo técnico.

El perro acompañará, de manera habitual, a la familia en sus salidas más frecuentes, pues tiene que acostumbrarse a entrar en las tiendas del barrio, grandes almacenes, cines, ... y todo tipo de transporte público.

Después comienza la instrucción. Este periodo dura entre seis y diez meses. Se inicia reforzando la obediencia básica (sienta, échate…) que el perro ya ha aprendido durante su etapa de cachorro. A continuación se le “introduce al arnés” y, a partir de ese momento el animal tiene que asumir que, cuando esté con el arnés puesto, una persona irá a su lado y cuando pase por un lugar estrecho, una puerta o cerca de una farola, tendrá que dejar el espacio suficiente para ambos. Es un trabajo en el que no solo es necesaria paciencia y cariño, mucho más importantes son los conocimientos de técnicas de enseñanza y manejo.

Una vez que el perro ha sido introducido al arnés y se encuentra totalmente adaptado a éste y a la persona responsable, se inicia todo el proceso. El perro tendrá que aprender a cruzar las calles en línea recta, evitar obstáculos, marcar puertas, escaleras o bordillos, añadiendo dificultad a su trabajo según progresa en los logros conseguidos. Siempre reforzando la labor bien hecha con premios que pueden consistir desde una caricia en el cuello, una palabra de halago e incluso una bolita de pienso.

Una vez completado el aprendizaje, cuando el instructor determina que su perro está listo y basándose en las características de éste, buscará al solicitante más adecuado. Se analizan y tienen en cuenta, factores como la velocidad de paso, el peso, la altura y la iniciativa, entre otros muchas otras características, tanto del perro como de la persona y su entorno, para lograr una compenetración perfecta en la unidad “perro-usuario”.


Es muy gratificante comprobar que un cachorro educado por ti ha concluido su formación y guía con seguridad a una persona con ceguera por las calles de cualquier ciudad española.

Si teneis unos minutos, no os perdais este video de los perros guía. Os gustará.

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